I Domingo de Adviento. Ciclo "C".

Liturgia de las Horas: 1a Semana del Salterió - Hoy iniciamos un nuevo Año Litúrgico con el ciclo "C".

PREPARANDO EL ENCUENTRO CON JESÚS, MESÍAS

Nos ponemos en camino al encuentro de Jesús que viene La palabra "Adviento", del latín "adventus", que significa "venida", nos sitúa en la perspectiva de alguien que "viene", y de otros que esperan que llegue. En este caso, el que viene es Jesús, el que nació en nuestra carne de una mujer, el que pasó por la vida haciendo el bien", el que fue crucificado y resucitó. Este mismo Jesús prometió regresar en su gloria como juez universal de vivos y de muertos.

El "Adviento" nos invita a hacer memoria de la primera venida, cuando nació de María virgen en Belén. No se trata de un simple recuerdo, como la celebración de una fecha histórica nacional. Revivir la espera del Salvador que vivió la hu¬manidad, animada por la voz de los profetas, nos dispone a un nuevo encuentro de gracia y de salvación.

En la celebración litúrgica del nacimiento de Jesús, se produce un encuentro feliz, entre el Salvador y los salvados; entre los necesitados de redención y el Redentor. "Hoy conoceremos que el Señor vendrá, mañana contemplaremos su gloria" (Misa de la Vigilia).


Ha llegado el día de su liberación.

Todas las venidas del Señor preparan para el encuentro definitivo al final de los tiempos. Sobre este encuentro final hablan las lecturas de la Palabra de Dios de este primer domingo de Adviento, do¬minadas por el lenguaje apocalíptico. La primera voz que habla de venida pro¬cede de Jeremías: "Miren que vienen días en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel" (Jer 33,14). En el centro de esta promesa está el Mesías, "retoño legítimo de David". En él se manifestará Dios bajo otro nombre "Señor-nuestra-justicia". Pablo afirma que Jesús, en su condición de hombre, "ha salido del linaje de David". Dios se hará "justicia" para la humanidad por medio de la encarnación, muerte y resurrección de Jesús. En cualquiera de sus manifestaciones, Jesús es presentado como "salvador". Ésta es su misión fundamental. Cuando el mensajero anuncia su encarnación en el seno de Marta, Lucas informa que su nombre será Jesús, que significa: "Dios ¡ salva". Al presentar la última venida en ¡ gloria al final de la historia, anuncia a la | humanidad, habla de "liberación".


Los humanos estarán expectantes ante lo que va a suceder.

Para prepararnos a celebrar la primera venida del Mesías, que aconteció en tierras de Judá, la liturgia nos invita a contemplar su venida definitiva. Al contemplar la obra en todo su esplendor y plenitud, comprendemos mejor esta aventura maravillosa, que es la salvación de la humanidad, que Dios llevó a feliz término por medio de su Hijo que compartió con nosotros los dolores y los gozos; los miedos y las esperanzas. Con materiales tomados de la apocalíptica judía, Lucas nos hace una presen¬tación espectacular. Habla de "señales en el cielo"; de angustia y desconcierto entre las personas que vivirán estos momentos de zozobra. La sensación será de miedo y de angustia expectante.

La calma volverá a las personas, cuando se manifieste "el Hijo de hombre con gran poder y gloria". No hace falta que el evangelista dé más explicaciones. Aunque la palabra "Señor" (Kyrios), era la expresión corriente para referirse al Resucitado, el evangelista ya habla empleado varias veces la expresión "Hijo de hombre", para referirse a Jesús. Los lectores saben que se trata de Jesús resucitado. De súbito, el panorama ha cambiado. Las palabras son de ánimo: Enderécense", levanten la cabeza". Les anuncia una Buena Noticia: "ha llegado su liberación" (Lc 21,28).


Manténganse en alerta para no dejarse sorprender.

De la presentación del acontecimiento, Lucas pasa a la actitud que deben adoptarlos discípulos, para que el encuentro con Jesús sea feliz. Las normas de vida que propone son válidas para preparar todo encuentro con el Señor. El que vamos a vivir dentro de unas semanas en Navidad; y el que tendrá lugar cuando Jesús resucitado se manifieste al final de la historia. Primera actitud: estar vigilantes ante la venida del Señor, para descubrir las señales de su presencia. Lucas acude a una experiencia de sabiduría popular, que no hemos leído. Se trata del conocimiento de las estaciones, teniendo en cuenta los cambios que advertimos en los árboles. Dios también nos hace llegar signos de su presencia. Estemos atentos para captarlos. El Adviento, es un signo de que su manifestación en Navidad está cerca. Las primeras generaciones vivieron en los primeros momentos de forma muy intensa la expectativa de la venida del Señor. Creían que sería inminente y vendría por sorpresa. Con el paso del tiempo, esta tensión se fue diluyendo, y con ella la vida espiritual y los comportamientos morales. Esto es lo que nos sucede a los discípulos de hoy.


No se entreguen al vicio; oren sin desfallecer.

Lucas nos alerta para no bajar la guardia durante el tiempo de Adviento. Cada cual tiene que examinar qué cosas le impiden encontrarse con el Señor. Lucas nos pone en alerta sobre tres, que obstaculizan el encuentro con Jesús: tenerla mente embotada con el vicio; perder el sentido de la vida con las borracheras; prestar atención exagerada a los negocios y otras preocupaciones de la vida. El evangelista nos exhorta a "orar incesantemente". Es necesario reservar un tiempo para la contemplación del misterio de amor que es el nacimiento del Salvador; para orar por los hombres y mujeres, que viven quizá en nuestra familia, que viven alejados de Dios o no lo conocen.

La liturgia nos recuerda: "El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza" (II Prefacio de Adviento).

Entradas relacionadas

Blog Widget by LinkWithin