Hoy es día de la Divina Misericordia

¡Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de misericordia para nosotros, en Ti confío!

Le dice Jesús a Santa Faustina Kowalska: "Hija mía, habla al mundo de mi misericordia. Que toda la humanidad conozca mi insondable misericordia. Es la señal para los últimos tiempos, después de ella vendrá el día de la justicia. Hasta cuando haya tiempo, que recurran a la fuente de mi misericordia, y que se beneficien de la sangre y del agua que brotó de ellos". Estos dos rayos representan tanto los sacramentos de la Iglesia, como también los dones del Espíritu Santo.


Celebremos la Divina Misericordia

La primera Canonización del Gran Jubileo del Año 2000 fué la de Sor Faustina Kowalska, la humilde hija de Polonia y gran apóstol de la Divina Misericordia.

Su mensaje contiene tres compromisos:
1.- Conocer y proclamar la verdad sobre el amor misericordioso de Dios revelada de la manera más plena en Jesús crucificado y resucitado.
2.- Aspirar a la perfección cristiana en el camino de la confianza en Dios (Jesús en ti confío) y de la misericordia con el prójimo.
3.- Implorar la misericordia de Dios para el mundo, también a través de la práctica de las nuevas formas de culto:


Veneración de la imagen de Jesús Misericordioso.

La Imagen: Sor Faustina recibió del Señor la orden de pintar Su Imagen, la aparición del Salvador en esta forma era nueva y extraordinaria, los rayos de esta imagen representan la Sagrada Sangre y Agua. El rayo blanco representa el Agua que justifica el alma, y el rayo rojo, la Sangre, que le da vida. "Estos rayos protegen al alma de la Ira de Mi Padre".

Promesas:
  • Prometo que no se perderá el alma que venere esta imagen.
  • Le prometo, ya desde esta vida, la victoria sobre sus enemigos y particularmente en la hora de la muerte.
  • No puedo castigar a aquél, que aun siendo gran pecador; y el peor de todos, se confía a mi bondad: lo justificaré en mi inescrutable e inmensa Misericordia.
  • Cualquiera que reciba el Sacramento de Mi Amor en el día de Mi Fiesta obtendrá completo perdón de todas sus faltas y castigos.
  • "La humanidad no encontrará paz hasta que se vuelva con confianza a Mi Divina Misericordia, vengo ahora como Rey de Misericordia, antes de venir como Justo Juez para que no haya ninguno que pueda excusarse, en el día del juicio, que poco a poco se va acercando".

Celebración de la Fiesta de la Divina Misericordia.

Jesús le dijo a Santa Faustina: "Debe celebrarse el Domingo siguiente al de Pascua de Resurrección. Ese día, los Sacerdotes deberán predicar a las almas mi infinita Misericordia". Ese día están abiertas todas las puertas de mi Misericordia. Deseo que esta Festividad sea un refugio para todas las almas, pero sobre todo para los pecadores".

Fiesta: "Deseo dijo el Señor Jesús que la Fiesta de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores (Diario, 699). Las almas mueren a pesar de Mi amarga pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de Mi Misericordia. Si no adoran mi misericordia morirán para siempre" (Diario,965).

Confesión. Las promesas extraordinarias que el Señor Jesús vinculó a la Fiesta demuestran la grandeza de la misma. "Quien se acerque ese día a la Fuente de Vida dijo Cristo recibirán el perdón total de las culpas y de las penas" (Diario, 300). "Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia; (...) que ningún alma tenga miedo de acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata" (Diario,699).


La Hora de la Misericordia.

Jesús llamó la hora de las 3 de la tarde, la hora de su muerte, La Hora de la GRAN MISERICORDIA; "a las 3:00pm ruega por Mi Misericordia, particularmente por los pecadores, y aunque sea por un breve instante, sumérgete en mi pasión, sobre todo en el momento de mi agonía. Esta es la hora de la gran misericordia para el mundo entero. En esta hora no negaré nada al alma que me ruegue por intercesión de mi pasión".


Rezo de la Coronilla a la Divina Misericordia.

Del diario de Sor Faustina.
Cuando entré por un momento en la capilla, Jesús me dijo: "Hija mía, ayúdame a salvar un pecador en agonía; reza por él la coronilla que te he enseñado". Cuando comencé a rezar la coronilla, vi aquel agonizante en medio de atroces tormentos y luchas. El ángel custodio lo defendía, pero el cual era impotente ante la miseria de aquella alma. Una multitud de demonios estaba a la espera de esa alma, pero mientras rezaba la coronilla, vi a Jesús con el aspecto en que está pintado en la imagen. Los rayos que brotaron del corazón de Jesús envolvieron al enfermo y las fuerzas de las tinieblas huyeron provocando desorden. El enfermo expiró serenamente. Cuando volví en mí comprendí la importancia que tiene esta coronilla rezada al lado de los agonizantes, ella aplaca la ira de Dios.


Coronilla o Rosario de la Divina Misericordia.

Jesús le dice como rezar la Coronilla de la Misericordia. La rezarás con un rosario común, de modo siguiente: Primero rezarás una vez el Padre Nuestro, un Ave María y el Credo. Después en las cuentas correspondientes al Padre Nuestro, cuentas grandes del rosario, dirás las siguientes palabras: "Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Señor nuestro Jesucristo, en expiación por nuestros pecados y los del mundo entero. En las cuentas pequeñas del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por tu dolorosa Pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar dirás tres veces: Santo Dios, Santo fuerte, Santo Inmortal, líbranos Señor de todo mal y ten Piedad y Misericordia de nosotros y del mundo entero.


Oración:

¡Oh Dios!, cuya Misericordia es infinita y cuyos tesoros de compasión no tienen límite, míranos con tu favor y aumenta tu Misericordia dentro de nosotros, para que en nuestras grandes ansiedades y necesidades no desesperemos, sino que siempre con gran confianza nos conformemos con tu Santísima Voluntad, la cual es idéntica con tu Misericordia, por nuestro Señor Jesucristo, Rey de Misericordia, quien con vos y el Espíritu Santo, manifiesta Misericordia hacia nosotros por siempre. Amén.


Acción de Gracias y peticiones particulares
a la Divina Misericordia.

Oración:

Por la Pasión de tu Hijo, sé propicio a tu pueblo, Señor, y concédenos la misericordia que no merecen nustros pecados. por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Oración:

Padre lleno de amor, que nos concedes siempre más de lo que merecemos y deseamos, perdona misericordiosamente nuestras ofensas y otórganos aquellas gracias que no hemos sabido pedirte y que Tú sabes que necesitamos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.


Oración:

Postrado ante tus pies, humildemente, vengo a pedirte, ulce Jesús mío, poderte repetir constantemente: Jesús Misericordioso, en tí confío. Si la confianza es prueba de ternura, esta prueba de amor darte yo ansío, aun cuando esté sumido en amargura, Jesús Misericordioso en tí confío. En las horas más tristes de mi vida, cuando todos me dejen, ¡Oh Dios mío!, y el alma esté por penas combatida, Jesús Misericordioso, en tí confío.


Corona a la Madre de Dios de la Misericordia.

La coronita está compuesta de tres decenas.
Para iniciar: Por la señal... La Salve.

En las cuentas grandes del Rosario:
María, Madre de gracia y Madre de Misericordia, defiéndenos de los enemigos y acógenos en la hora de nuestra muerte.

En las cuentas pequeñas:
María, Madre de Misericordia, obtiene para nosotros la misericordia de tu Hijo.


Oración final:

Oh Misericordiosa Madre Tú nos abres los brazos y nos extiendes tus manos llenas de toda gracia y de dones. Tu corazón desea ofrecernos todo lo que necesitamos. Exhortados por esta bondad nos dirigimos a ti. Alcánzanos oh Madre, todo aquello que necesitamos y sobre todo haz, que con tu poderosa intercesión, conservemos la pureza y la inocencia, cuidemos el amor de hijos que tenemos por ti, y en el corazón llevemos la imagen del Corazón de tu Hijo. Amén.
Imagen N.-1: Jesús de la Divina Misericordia.
Imagen N.-2: Rosario de la Divina Misericordia que me obsequió mi esposo en el 1er Aniversario de nuestro matrimonio.
Imagen N.-3: Nuestra Señora de la Misericordia. Obra del escultor: Rafael Hernández.


Domingo de Pascua de Resurrección




JESUCRISTO RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS

Lo mataron colgándolo de la cruz, y Dios lo resucitó
al tercer día


Con esta Buena Noticia que nos ofrece Lucas en el libro de los Hechos, hemos amanecido esta mañana los discípulos de Jesús. Ésta era la noticia que pregonaban los primeros evangelizadores. Primero, a los ciudadanos del pueblo de Israel; más tarde, a los ciudadanos del mundo.

Sobre la acogida que dieron a esta noticia central del hecho y del mensaje cristiano muchos hombres y mujeres, se construyeron las primeras comunidades cristianas. La comunidad de los discípulos nace de la fe pascual en Jesús, que murió por nuestros pecados, y resucitó para nuestra salvación.

Esta misma fe pascual es la que tiene que mantener vivas nuestras comunidades. No olvidemos, que aquel que amó hasta dar la vida, que es Jesús, es el que ahora contemplamos y celebramos resucitado. Dios no permitió que quedara bajo el dominio de la muerte. Este amor es el que está en la base del anuncio pascual.


Donde los hombres ponen muerte, Dios apuesta por la vida

En el mensaje pascual de los discípulos que nos ofrece Lucas existe un fuerte contraste. Donde los seres humanos pusieron muerte: "Ustedes lo mataron"; el Dios de la vida puso Vida, resucitando a Jesús de la muerte. Como dice el salmista: "Éste es el día en que actuó el Señor" (Sal 117), de forma desconcertante y maravillosa.

Ésta es la gran noticia de la Pascua. Dios apuesta por la vida, desplegando toda su fuerza creadora. Pablo lo proclama en la confesión de fe en su carta a los fieles de Roma: El Hijo, nacido del linaje de David en su condición hombre, "fue constituido por el Espíritu Santo Hijo de Dios con poder a partir de la resurrección"

El pregonero de la "noche pascual", invita a la madre Iglesia, revestida de luz tan brillante, a "exultar por la victoria de Rey tan poderoso".


El discípulo que llegó primero: vio y creyó

Los relatos que narran la resurrección de Jesús, se mueven sobre todo entre dos hechos: el sepulcro vacío, y las manifestaciones personales de Jesús ya resucitado a diversas personas o grupos.

El relato que nos ofrece hoy el evangelista Juan está centrado en el primero de los casos: el sepulcro vacío. La primera en toparse con la realidad del "sepulcro vacio" es María Magdalena; "el primer día de la semana", y 'muy temprano". Estos dos datos pertenecen a la tradición más antigua. La ausencia del cuerpo de Jesús en el sepulcro la comprueba a continuación Juan y Pedro. Aquí no se menciona ninguna manifestación personal de Jesús resucitado.

Con la introducción del "discípulo que más amaba Jesús" en el relato, nos sitúa el evangelista ante la fe pascual. Dada la notable presencia de los símbolos en este evangelio, se podría entender, que en esa especie de competencia por llegar primero al sepulcro entre Pedro y Juan, el amor es el que se impone. Aquel "que amaba Jesús", que en Juan aparece como el "discípulo modelo", (el más amigo de Jesús) es el primero en llegar: el primero en leer el signo del "sepulcro vacío"; y el primero en creer. Hasta entonces, "todavía no habían entendido que, según las Escrituras, él debía resucitar de entre los muertos" (Jn 20,9).


Su vida está escondida con Cristo en Dios

En su Pascua personal, que fue su bautismo, el discípulo de Jesús ha muerto y ha sido sepultado con Jesús, y también ha resucitado con él. Su condición actual es la de resucitado, cuya vida está escondida con Cristo en Dios. Nuestro ser pecador ha muerto y ha sido sepultado. Ahora, sólo queda la condición de resucitados.

El existir cristiano no puede ser más que gozoso; acorde con la vida del Jesús terreno ahora resucitado. Por eso, caminamos con la mirada fija en Jesús, que se entregó a hacer el bien: a curar toda dolencia; a liberar a los oprimidos de toda opresión. Al mismo tiempo, alzamos la mirada para contemplar a Jesús resucitado, que ya está sentado al lado del Padre. Desde allí nos ilumina el camino con la luz pascual. La celebración de la Pascua no nos desarraiga de la historia. Nos compromete a crear una historia en la que Jesús resucitado y sus discípulos seamos los protagonistas.

"El misterio de Pascua es a la vez nuevo y antiguo, eterno y pasajero, corruptible e incorruptible, mortal e inmortal... Mortal por su sepultura en la tierra, pero inmortal por su resurrección de entre los muertos" (Melitón de Sardes).

Sábado Santo. Vigilia Pascual.


Estas son las fiestas de Pascua, en que Cristo resucita victorioso

"La noche santa de la resurrección del Señor, es tenida como la "madre de todas las Vigilias, en ella la Iglesia espera velando la Resurrección de Cristo" (CR 21). Desde los primeros siglos de la Iglesia, la Vigilia Pascual ha sido la celebración litúrgica más festiva y más solemne. Todo el itinerario pascual de la cuaresma culmina en esta gran Vigilia, en la que el acontecimiento pascual que celebramos es la Buena Noticia de la resurrección de Jesús.

Como indica Lucas en los Hechos, la resurrección del Señor se celebraba "el primer día de ta semana" (domingo); se iniciaba al anochecer entre "abundantes lámparas", y concluía al amanecer con la "fracción del pan" (eucaristía) (He 20,7-11). Esta celebración dio origen a la actual Vigilia Pascual.

Para celebrarla, la liturgia nos ofrece una gran riqueza de medios: lectura rica y abundante de la Palabra de Dios; renovación de los compromisos bautismales; participación en el banquete pascual de la mesa del Señor resucitado.


La gran noticia pascual: "No está aquí, ha resucitado"

Marcos se hace eco de una de las tradiciones existentes en las primeras comunidades sobre la resurrección de Jesús. Se trata de la visita que hacen las mujeres a la tumba de Jesús, pasado el descanso sabático.

El evangelista nos confirma que hubo unos testigos de nombre conocido, que afirmaban que Jesús se les había manifestado resucitado. En este caso, la noticia les llega por medio de un mensajero misterioso. En otros casos, es el mismo Jesús resucitado quien se manifiesta personalmente. Esto lo confirman los demás evangelistas, y Pablo de quien procede el primer testimonio escrito que poseemos sobre la resurrección de Jesús.

El gran pregón pascual de las primeras comunidades nos lo ha transmitido Pablo: "Cristo murió según las Escrituras, y resucitó al tercer día según las Escrituras. Se apareció a Cefas, después a los doce, y luego a quinientos hermanos... Por último se me apareció a mí" (1Co 15,3-8).

La experiencia del encuentro con el Señor resucitado produjo un cambio radical en los discípulos. Del miedo, la tristeza, el susto, la duda de los primeros momentos, los discípulos pasan al gozo incontenible; a la urgencia de llevar la noticia a los hermanos, y después a proclamarla ante todo el pueblo.


El itinerario de la celebración pascual que ofrece la Vigilia

Sobre todo en el evangelio de Juan, tenemos varios signos de honda tradición bíblica; entre ellos, la luz, la palabra, el agua y el pan. En torno a estos cuatro signos está construida la celebración de la resurrección de Jesús en la Vigilia Pascual.

1.- La fiesta de la luz

La celebración se abre con una fiesta de la luz. Evocando el relato de la creación, se bendice el fuego, con el cual se prende el cirio pascual. Desde este momento, el cirio encendido se convierte en signo vivo de Jesús resucitado: "principio y fin, alfa y omega, suyo es el tiempo y la eternidad; a él la gloria por los siglos".

"La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipa las tinieblas del corazón y del espíritu". El primer signo de comunión con Jesús resucitado, se realiza al prender nuestra vela en el cirio pascual. Cada discípulo se convierte en esta noche en "luz de Cristo", para iluminar el mundo.


2.- La fiesta de la Palabra

El segundo signo de comunión con Jesús resucitado es la Palabra de Dios, asumida desde la fe. Ésta es la fiesta de la Palabra. El amor de Dios a la humanidad se revela en sus obras. La primera, nos la describe el Génesis en su maravilloso poema de la creación. Luego Dios, que se hizo amigo y compañero de la humanidad en su peregrinar por el tiempo, se revela como liberador en diversos momentos, especialmente en la "pascua", sacando al pueblo de la esclavitud.

Cuando el pueblo le es infiel y se aleja de él, lo convoca a una nueva alianza de amor por medio de los profetas. Esta alianza alcanzará su plenitud con la muerte y resurrección de Jesús, proclamada hoy ante el mundo.


3.- La fiesta del agua

Desde el relato de ia creación, el agua está asociada con la vida. En el evangelio de Juan. Jesús se nos revela "como manantial de agua viva que salta hasta la vida eterna" (Jn 4,14). En este mismo evangelio se nos dice, que la 'nueva vida" nace del "agua y del Espíritu (Jn 3,5).

La Vigilia Pascual ha sido desde antiguo (NT) una fiesta bautismal o una fiesta del agua. En su catequesis bautismal a los fíeles de Roma, Pablo ha revelado el sentido profundamente pascual del bautismo. El bautizado, es sepultado con Cristo al descender a la fuente bautismal, y resucita con él al salir del agua. El signo viviente de Cristo resucitado es el mismo bautizado.


4.- La fiesta del pan de vida.

Jesús nos mandó hacer memoria de su muerte y resurrección celebrando un banquete festivo. Cada vez que celebramos la eucaristía, Jesús muerto y resucitado se hace sacramentalmente presente en los signos del pan y del vino. Comiendo de este pan y bebiendo de esta copa, entramos en comunión, con el Jesús que murió y resucitó.

Tras el ayuno de eucaristía que significan el Viernes y Sábado Santos sin misa en esta noche se realiza lo que dice Pablo a los fieles de Corinto: "La copa que bendecimos es comunión con la sangre de Cristo. El pan que partimos es comunión con el cuerpo de Cristo" (1Co 10,16). Este Cristo es el Señor resucitado. Sólo quien realiza en esta noche la comunión con Jesús, que es Luz del mundo, Palabra de vida, Manantial de vida eterna en la fuente bautismal, y Pan de vida en la eucaristía, ha celebrado en plenitud la fiesta pascual con Jesús resucitado.

Viernes Santo. Pasión del Señor.


La oración que abre la celebración de hoy nos sitúa en el corazón del misterio que celebramos: "Jesucristo instituyó por medio de su sangre el misterio pascual". Como comunidad de discípulos de Jesús, nos reunimos para hacer memoria de la dimensión de humillación y dolor del misterio de la Pascua cristiana. En el centro de la celebración está Jesús, que fue apresado como un malhechor; juzgado y condenado como un blasfemo; ridiculizado y azotado como un esclavo; ejecutado en la cruz como un bandido. Como recuerda Pablo en la carta a los fieles de Filipos: "Se humilló, llevando su obediencia hasta la muerte de cruz". La memoria de Jesús muerto y sepultado la hacemos leyendo la Palabra de Dios, que nos ofrece las claves del misterio que celebramos; con la oración universal; con la veneración de la cruz, en la que Jesús nos reveló su amor hasta dar la vida; y la comunión con este Jesús, que entregó la vida por nuestra salvación.


Porque expuso su vida a la muerte, rehabilitó a todos.

El cuarto "cántico del Siervo" del segundo Isaías, afronta con gran realismo el sufrimiento y el rechazo de que es objeto por parte de los adversarios, hasta la victoria final. Aunque sigue sin determinarse la identidad del siervo, aparece claro el sufrimiento que tiene que soportaren su propia carne como consecuencia de la injusticia. Curtido en el dolor; desfigurado en su presencia y en su belleza, "no parece hombre". Fue arrancado físicamente de la tierra de los vivos; le dieron sepultura entre los malvados.

Su dolor no fue en vano: "Con sus cicatrices hemos sido sanados". El siervo ¡nocente, al final verá la luz; rehabilitará a muchos, "porque cargó con los pecados de todos, e intercedió por los pecadores" (Is 53,12). No es difícil adivinar la presencia de los "cánticos del siervo" en los relatos de la pasión de Jesús, que nos han transmitido los evangelistas. Aquí se pone nombre al siervo: Jesús de Nazaret. Su pasión y su muerte son interpretadas en clave de salvación. En labios de Jesús pone Marcos estas palabras: El Hijo de! hombre "vino a dar la vida en rescate por muchos" (Mc 10,45). Su final tampoco fue un fracaso: "Luego de tres días resucitará" (Mc 10,34).


Lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré.

La liturgia propone hoy la lectura de la pasión en la versión que nos ofrece san ! Juan. Su relato es una mezcla de información histórica y mensaje teológico. El evangelista ubica la pasión y muerte de Jesús en la "hora de pasar del mundo al Padre", como trance necesario.

La pasión es el segundo paso en el "camino de gloria". Momentos antes de salir con los discípulos camino de la "vía dolorosa", Jesús nos ofrece las claves de la lectura: "Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo" (Jn 171). En esta clave tenemos que leer hoy la pasión de Jesús que nos ofrece san Juan. Discurren paralelos, el dolor y la humillación del siervo que lava los pies; y el Señor que tiene autoridad sobre los poderosos de este mundo y sobre la muerte. Se trata de la "gloriosa pasión de nuestro Señor Jesucristo". Este contraste aparece en varios momentos del relato. Los que apresan a Jesús como a un bandido, son los que caen por tierra al oír: "Yo soy". A la entronización burlesca de los soldados, responde la proclamación de Jesús: "Yo soy rey"; y la presentación solemne de Pilato: "Aquí tienen al rey de los judíos"; ratificada por el letrero que ponen sobre la cruz. La verdadera entronización se produce al ser elevado en la cruz: "Cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn 12,32).


Miren el árbol de la cruz

Un momento importante de la celebración litúrgica de hoy es la veneración de la cruz. Para los discípulos de Jesús, la veneración de la cruz tiene el mismo sentido que la lectura de la pasión de san Juan. Lo refleja la aclamación que la acompaña: "El leño de la cruz donde estuvo colgado el Salvador del mundo". "El cual llevado a la consumación, se ha convertido para todos en autor de la salvación" (Heb 5,9). Los discípulos de Jesús rechazamos la cruz, en cuanto instrumento cruel de suplicio. La cruz la veneramos, en cuanto que es el signo donde Jesús entregó la vida para salvación del mundo. Es el signo que mantiene viva la memoria de que Jesús amó hasta entregar la vida. Veneramos, celebramos al que tuvo el gesto de amar de esta manera: Jesús de Nazaret. Lo que es glorioso no es la cruz, sino aquel que mostró su amor a la humanidad desde la cruz.


Cristo padeció por ustedes, sigan sus huellas.

Sería bueno, que hoy hiciéramos memoria de la muerte de Jesús, celebrando la eucaristía. Desde hace ya muchos siglos esto no es así: en el lenguaje popular diriamos que no queremos celebrar en el altar lo que Jesucristo en este día celebra en la cruz. Pero si podemos participar de su muerte salvadora recibiéndolo en la comunión. Hoy significa "comulgar con aquel que dio la vida por la salvación de todos". Jesús "no ha sido insensible a nuestras debilidades": "fue probado como nosotros" (Heb 4,14). Comulgar con Jesús humillado, maltratado, muerto, significa tomar sobre nuestros hombros las cruces de muchas personas, que como Jesús son injustamente condenadas, violentamente agredidas por los amos del poder, y en muchos casos vilmente asesinadas. De esta forma, entramos en ¡a dinámica liberadora de la muerte de Jesús, y colaboramos a que muchas personas resuciten a una vida feliz. No existen dos caminos: "vía crucis" y "vía de luz". Uno es el camino, con estación fuerte en el Gólgota, pero con reinicio glorioso tras el final feliz al alborear de Pascua. Como pionero, Jesús fue el primero en hacer todo el camino. A nosotros sus discípulos nos toca seguir ahora sus huellas.

Reflexión:
¿Estás dispuest@ a seguir
las huellas del Señor?


Visitas a Jesús Sacramentado en los Siete Monumentos. Abril 2009.





Jueves Santo. Cena del Señor. Institución de la Eucaristía.


Empezamos el Triduo Pascual, cima o culmen del año litúrgico.

En "el sacratísimo triduo del crucificado, del sepultado y del resucitado" o Triduo Pascual, la Iglesia celebra en "intima comunión con Cristo su Esposo" los grandes misterios de la redención (DPPL 138). La celebración de estos tres días brilla como la culminación de todas las celebraciones que la comunidad cristiana realiza durante todo el año.

Con la celebración de esta tarde, iniciamos la gran celebración de la Pascua cristiana, que se prolonga hasta el Domingo de Pascua. Desde tres dimensiones distintas celebramos la totalidad del misterio: 1.- La forma que Jesús nos dejó hacer memoria de su pasión, muerte y resurrección (Jueves Santo); 2.- La dimensión de humillación y de muerte que encierra el misterio de la Pascua (Viernes y Sábado Santo); 3.- La dimensión de resurrección de vida y de gloria (Vigilia Pascual y Domingo de Pascua).

El Calendario litúrgico titula la celebración de esta tarde: "Misa en la Cena del Señor". Perfectamente podía titularse también: "Celebración litúrgica de la Pascua cristiana", o también: "El amor, centro de la celebración pascual cristiana".


Éste será para ustedes un día memorable.

Los evangelios sinópticos parecen indicar, que Jesús celebró la última cena siguiendo el rito pascual judío. En todo caso, la cena de despedida que Jesús celebra con los discípulos, se desarrollo dentro del ambiente de las celebraciones pascuales judías.

El Éxodo ofrece la fijación del rito judío de la celebración de la Pascua. Varios de sus elementos están presentes en la celebración de la Pascua cristiana. El sentido de memorial: la Pascua surge para hacer memoria de un acontecimiento mayor en la historia de Israel: la liberación de la esclavitud de Egipto.

La celebración anual, que establece la comunión con el hecho salvador a través de unos signos. Finalmente, entre los signos que se utilizan están el pan y el vino.

La celebración pascual cristiana, revive y reactualiza el hecho central de la historia de la salvación: la muerte y resurrección de Jesús. Lo celebramos cada año y lo ritualizamos de modo especial en la celebración eucarística, bajo los signos del pan y del vino. Hoy hacemos memoria de esta primera celebración de la Pascua cristiana, que Jesús realizó con los discípulos. Estamos ante una nueva Pascua, que tiene una forma nueva de celebración.

Hagan esto en memoria mía hasta que vuelva.

Pablo nos ofrece el documento más antiguo sobre la celebración de la eucaristía. Nos señala el momento inicial: "La noche en que Jesús fue entregado". Nos indica el sentido de la celebración: "En memoria mía".

En la celebración de la eucaristía, estamos reviviendo la entrega de Jesús, que tiene lugar aquella misma noche; el derramamiento de su sangre, su muerte, que tiene lugar al día siguiente; y la victoria final, que acontece tres días después.

Esta reactualización permanente de la muerte y resurrección de Jesús, como hecho salvador, hemos de repetirlo "hasta que él vuelva". Cada celebración de la "cena del Señor", es una proclamación gozosa de su muerte y de su resurrección, como misterio de vida y de salvación. De hecho, es toda la vida de Jesús, entregada como servicio de salvación por todos y de modo especial por los más pobres, la que se hace presente en la eucaristía, para que comulguemos con su espíritu.

Jesús dice a toda la comunidad de sus discípulos: "Hagan esto en memoria mía". Tenemos que hacer memoria de Jesús celebrano la eucaristía; pero sobre todo, siendo "memoria viva" de su entrega hasta la muerte por los que necesitan rdención y "memoria viviente" de su vida gloriosa de resucitado.


Les he dado ejemplo para que hagan lo mismo.


Con la narración de la cena, inicia san Juan el llamado "libro de la gloria", que el evangelista designa como "la hora de pasar del mundo al Padre". Se trata sencillamente de su "Pascua". En su relato de la cena, Juan no menciona la institución de la eucaristía. Sin embargo, nos ofrece dos signos eminentemente pascuales, como propuesta a los discípulos de entonces y de ahora: el servicio humilde, y el amor hasta dar la vida.

Repetidas veces Jesús había dicho: "El Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y dar la vida como rescate por muchos" (Mc 10,45). Ha llegado la hora de que se cumpla su palabra.

Lavar los pies a los discípulos es el primer signo que ofrece Juan en la cena. El hecho de lavar los pies era considerado como un servicio humilde; no se podía imponer ni a un esclavo judío. Se comprende la sorpresa de los discípulos, y la negativa de Pedro a dejarse lavar los pies. Frente por frente, tenemos al "Señor" y "Maestro", pero igual Jesús-siervo, lavando los pies. Es el mismo Jesús.


Mi mandamiento es que se amen unos a otros.

El otro signo que ofrece Jesús en la cena es el amor. El amor es el que sentido a toda la obra de Jesús, especialmente a su pasión, a su muerte y a su resurrección, y los acontecimientos pascuales constituyen la manifestación suprema de este amor.

"Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos". Éste es el signo pascual de Jesús. Él amó así; y la propuesta es: "Amen como yo he amado".

Pablo también relaciona la celebración de la "cena del Señor, con el amor. No duda en afirmar: celebrar la eucaristía, sin compartir fraterno de bienes con los necesitados, no es celebrar la "Cena del Señor". Por eso, recuerda a los corintios la cena que celebró Jesús. La cena que él celebró, es la que él nos manda hacer memoria.


Reflexión:
¿Amas como has amado a Jesús?

Miércoles Santo. Día del Nazareno


No me resistí ni me eché atrás.

En este tercer canto del "siervo de Yahvé", el profeta pone el acento en su actitud de discípulo, en los sufrimientos que tendrá que soportar, y en la protección de Dios que nunca le puede fallar.

Como discípulo, el siervo estpa atento cada mañana a lo que le dice el Señor. Se apresta a practicar la solidaridad al lado del abatido, para decirle una palabra de aliento.

En este tercer cántico, el profeta describe con más detalle y realismo la cara dolorosa de la misión. junto a la hostilidad y los ultrajes, el siervo tendrá que hacer frente a la violencia y deberá soportar las agresiones físicas: "Ofrecí la espalda a los que me apaleaban".

A pesar de todo, el siervo confía en Dios, seguro de que no lo abandonará. Aunque camine sin un rayo de luz, espera que Dios le concederá el triunfo defiitivo. Jesús adopta en su pasión la actitud del siervo: sufre en silencio; no reclama castigo contra sus enemigos y perseguidores.

Se lo declaró: "Uno de ustedes me va a entregar"

Mateo nos sitúa en el ambiente de la celebración de la Pascua, al hablar del primero de los siete días durante los cuales se comía el pan sin levadura. En el contexto de la celebración de la fiesta de la Pascua judía, Jesús denuncia ante los discípulos al que lo va a entregar.

La escena que nos ofrece Mateo se desenvuelve en tres actos: preparación de la cena de despedida; denuncia del traidor, institución de la forma de hacer memoria la Pascua cristiana: institución de la Eucaristía. En la versión de Marcos y Mateo, la denuncia del traidor se produce cuando Jesús está sentado a la mesa con los discípulos, pero antes de celebrar la institución de la Eucaristía.

Las palabras de condena que pronuncia Jesús son en verdad duras: "¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado! Más le valiera no haber nacido". Toda traición es deleznable. Pero cuando se trata de un amigo, y en ese caso, de aquel que amó hasta dar la vida, es difícil encontrar palabras para calificarla. Por desgracia, la saga de los traidores no se ha terminado. ¡En cuántas personas Jesús sigue siendo traicionado!

Reflexión
¿Estás también tú a la saga de los que traicionan
a Jesús, traicionando a los hermanos?

Martes Santo. Te hago luz de las naciones para que todos se salven.


Leemos el segundo cántico del "siervo de Yahvé". El personaje sigue siendo anónimo. El profeta empieza haciendo la presentación del "siervo" y de su misión. Dios lo eligió desde el vientre de su madre, y se seinte orgulloso de él y de la misión que tendrá que realizar.

En primer lugar, Dios se ratifica en la misión que ha confiado a su "siervo": rescatar a su pueblo Israel que estaba disperso entre las naciones. Pero el Señor va más allá: lo hace "luz de las naciones". La salvación que Dios quiere realizar por medio de su siervo abarca toda la humanidad.

La misión que tiene que realizar el siervo no será fácil. El profeta anuncia la dimensión dolorosa de la misión, aunque en este segundo cántico no se detiene en describir sus sufrimientos. Tendrá que gastar sus fuerzas en el empeño, sufrir fatiga y ser incomprendido.


Llegó la hora del poder de las tinieblas.

El contraste lus-tinieblas, que encontramos en el evangelio de Juan, hace de nuevo su aparición. Como pórtico de la pasión, Juan nos revela la actitud de dos de sus siscípulos. En primer lugar, se fija en la persona de Judas. Él ha entrado ya en este mundo tenebroso contrario a Jesús. El evangelista lo expresa con una frase muy gráfica: "Satanás entró en él", después de comer el trozo de pan que Jesús le ofreció. El discípulo "más amigo de Jesús" es el primero en enterarse.

Entramos desde este momento en lo que Juan considera el "Camino de Gloria". El primer paso es la traición de uno e los suyos: "Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre".

En este Camino de Gloria aparece otra sombra. Otro del grupo que lo acompaña, que aparece decidido a seguirlo hasta el final, unas horas más tarde negará ser su discípulo. La traición de uno, la negación de otro, la huída de los demás, forma para Juan parte del "Camino de Gloria", que ha de hacer Jesús.

Reflexión:
¿En algún momento de tu vida
te has comportado como Judas o como Pedro?

Lunes Santo. Te he hecho alianza de mi pueblo.

Siguiendo el camino del "siervo de Yahvé" que nos ofrece Isaías, leemos hoy el primer cántico. Dios se encarga de hacer su presentación: "Éste es mi siervo, mi elegido, al que prefiero". Él mismo le señala la misión: "Promover el derecho". Dios lo hace "alianza del pueblo y luz de las naciones". Para cumplir su misión, Dios ha puesto sobre él el don de su Espíritu.

El siervo toma a pecho su misión: no se romperá, no vacilará, se entregará con empeño, para que la ley y el derecho gobiernen las naciones. Abrirá los ojos a los que habitan en tinieblas; librará a los presos y oprimidos.

El siervo tendrá que soportar la violencia de los violentos. Pero, para realizar su proyecto de liberación, no utilizará la violencia, gritos, amenazas, ni las armas, ni la fuerza. Actuará con gran humildad, de modo que no terminará de romper la caña ya quebrada.

Hermosa propuesta para nosotros los discípulos de Jesús, en estos tiempos en que hay que enfrentar la violencia que se ha apoderado de nuestras calles; y los discursos que generan tensión y enfrentamiento.


A los pobres los tienen con ustedes todo el tiempo; a mí no.

Juan ubica la escena de Jesús en Betania seis días antes de la Pascua. Son varias las personas que entran en escena. Como en el Evangelio de Lucas, Marta aparece como mujer que hace las faenas. A María se le reserva el noble servicio de ungir los pies a Jesús y de secarlos con su cabellera. Lázaro es el testigo viviente de que Jesús es "la resurrección y la vida".

Finalmente, aparece Judas, cuya presencia va acompañada de un signo de identidad: "el que lo iba a entegar". Según los relatos evangélicos, la traición de Judas obedeció a la codicia. Juan lo denuncia directamente como un ladrón, que se quedaba con el dinero, con el pretexto de guardarlo para los pobres. ¡Cuántos ladrones se quedan también hoy con el dinero, con el pretexto populista de ayudar a los pobres!

En vísperas de la pasión, el evangelista relaciona la unción en Betania con la sepultura de Jesús. Lo ungió para la sepultura. El relato de Juan nos presenta tres personajes para la reflexión: María, que derrama su amor a los pies de Jesús como oloroso perfume; Marta, que se entrega generosamente a servir; Judas, el falso amigo, que sólo piensa en el dinero.

¿Con cuál de los tres personajes del Evangelio
de hoy te identificas?

Domingo de Ramos. Dolor y muerte. Resurreción y Gloria.

Liturgia de las Horas: Propia.

Una gran obertura, para una semana de dolor y de gloria.

La introducción a la Eucaristía de hoy, nos revela el verdadero sentido de la celebración litúrgica de ese domingo. En el largo caminar pascual que hemos venido haciendo durante la cuaresma, nos disponemos a vivir, como etapa final, una gran semana de muerte y de vida; de dolor y de gloria. Este domingo es el pórtico de entrada. El calendario litúrgico lo titula: "Domingo de Ramos en la Pasión del Señor"; al que hay que añadir Resucitado.

La celebración tiene dos momentos relevantes: La Procesión de las Palmas y la lectura dela Pasión. En el primero, celebramos de forma anticipada el triunfo pascual de Jesús sobre el mal y sobre la muerte. En el segundo, vienen a primer plano los sufrimientos y la muerte de Jesús.


El Señor me ayuda; no quedaré defraudado.

Durante la semana leeremos los cuatro cánticos del "Siervo de Yahve" del segundo Isaías. El profeta nada dice de la identidad de este personaje. Los escritores del Nuevo Testamento en el "siervo sufriente" un anuncio de la vida, misión humillación y exaltación de Jesús.

Hoy leemos el tercero de los cánticos del siervo. Se nos presenta como un discípulo formado en la escucha de la Palabra de Dios, y al mismo tiempo, como un experto para decir una palabra de aliento al abatido.

La misión a la que lo llama el Señor no será fácil. Tendrá que enfrentar los ultrajes, y hasta la agresión física. A pesar de todo, no se acobardó; no se sintió defraudado; ni se hechó para atrás. Contaba con la ayuda del Señor que no le podia fallar. Jesús manifestó esta enteraza, al comparecer ante los tribunales, donde fue humillado y maltratado; al cargar con la cruz camino del suplicio; y en el momento de morir en una gran soledad.


Buscaban apoderarse de Jesús, para darle muerte.

Leemos el relato de la Pasión de Jesús que nos ofrece el Evangelio de Marcos. Ocupa un lugar destacado respecto al resto del evangelio; hasta el punto que algunos lo consideran como una historia de la Pasión, precedida de una extensa introducción".

En su relato, Marcos sigue el esquema de los otros tres evangelistas, pero aporta sus particularidades. Nos ofrece como un horario de la pasión: Jesús se reúne con los discípulos al atardecer; Pedro lo niega al cantar el gallo; a la mañana es entregado a Pilato; la crucifixión y la muerte transcurren en dos espacios de tres horas; es enterrado al atardecer.

El camino de Jesús que culmina en la muerte, es una marcha en total soledad. Los amigos desaparecen; apenas le acompañan al pie de la cruz un reducido grupo de mujeres, "mirando de lejos". Finalmente, las palabras del salmo 22: "Diso mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", indican que hasta experimentó la soledad de Dios. La muerte en cruz era para los romanos una forma de ejecución humillante.

Para Marcos, con la crucifixión y la muerte de Jesús en la cruz quedó develado el secreto mesiánico, que recorre todo su evangelio; y es precisamente un pagano que lo devela: "Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios" (Mc 15,39).


Tengan los sentimientos de Jesús, humillado en la cruz exaltado a la gloria.

Este hermoso imno cristiano, que nos ha llegado en la carta de Pablo a los filipenses, presenta de forma admirable los misterios que celebramos en estos días. El himno presenta la totalidad del misterio de Cristo en tres tiempos.

Primer tiempo: la condición divina de Jesús como Hijo de Dios. Como dice Juan en el prólogo de su evangelio: "Existía al principio junto a Dios" (Jn 1,2).

Segundo tiempo: se hizo semejante a los hombres y tomó la condición de esclavo. La expresión utilizada para expresar este segundo paso es audaz: "se vació de sí mismo". Puesto ya en este camino, llevó su humillación hasta morir en la cruz. Éste fue el signo supremo de su amor y de su obediencia al Padre.

Tercer tiempo: Dios lo exaltó dándole su titulo de Señor (Dios); de modo que ante él se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra, en los abismos. De la humillación de Jesús hasta la muerte, segundo tiempo, y de la exaltación a la gloria, del tercero, hacemos memoria estos días.

Pablo nos indica cómo vivirlos: con los mismos sentimientos con los que los vivió Jesús. Tenemos que ponernos en la piel de Jesús en la noche de la cena pascual el Jueves Santo; seguir con él en la noche y en el día del Viernes Santo y del Sábado; para amanecer resucitado y Glorioso en el Domingo de Pascua.

Reflexión:

¿Estás dispuest@ a renunciar a todo
por complacer a Dios?

Parroquia Nstra. Sra. de Coromoto cuenta con nueva imagen de la Virgen Dolorosa

Durante la celebración de anoche conmemorando el viernes del concilio, se llevó a cabo la Santa Misa en honor a la Virgen de Nuestra Señora de los Dolores mejor conocida como la Virgen Dolorosa; una celebración Eucarística muy emotiva y hermosa como nos tiene acostumbrados el Presbítero Lucas Dionisio Administrador Parroquial de la misma.

En medio de dicha celebración fue bendecida la nueva imagen que el sacerdote regaló a la parroquia la cual será la peregrina durante esta Semana Santa y para el disfrute de la feligresía. Cabe destacar que es una imagen muy hermosa que nos representa el dolor que padeció la Santísima Virgen al observar y vivir en carne propia la Pasión y Muerte de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Al finalizar la celebración se llevó a cabo como es costumbre la procesión por las calles de la parroquia, específicamente el casco central con la nueva imagen de la Santísima Virgen.



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